
- Periodistas y autoridades surcoreanas persiguen a los operadores de una red delictiva que chantajeaba a niños para que produjeran porno y lo distribuía a una amplia red de clientes.
- La red recurría a las criptomonedas para los pagos a fin de mantener su anonimato, combinado con otros métodos como las gotas frías y el método del lanzamiento, detalla el documental.
Que Internet está lleno de depravados dispuestos a hacer todo lo posible para satisfacer sus perversiones no es ninguna novedad. Sin embargo, de vez en cuando, ocurre algo que todavía nos sacude hasta la médula. El escándalo de Nth Rooms en Corea del Sur fue uno de ellos y, como detalla un nuevo documental de Netflix, las criptomonedas estaban justo en el centro de la operación de pornografía infantil y chantaje.
El escándalo no es nuevo. Ya fue cubierto en 2020 por varios medios mientras el gobierno coreano reprimía a miles de personas y encarcelaba a muchas de ellas por diversos delitos. Sin embargo, el documental ha sacado a la luz detalles que no se conocían antes, ya que la persona que lo inició todo narra la desgarradora experiencia.
Titulado Cyber Hell: Exposing an Internet Horror, se estrenó el miércoles en el servicio de streaming. Todo comienza cuando Kim Wan, un reportero del periódico The Hankyoreh, recibió un correo electrónico allá por 2019 en el que se le informaba de que se estaban distribuyendo grandes cantidades de pornografía infantil a través de Telegram. Siguió la pista y descubrió que los orquestadores eran estudiantes de secundaria cuyo canal de Telegram tenía unos 9.000 miembros regulares. Se habían compartido la friolera de 19.000 enlaces a contenidos de pornografía infantil.
El reportero fue objeto de un doxxing poco después, con fotos de su familia y de su casa vistas en algunos de los chats. Esto sólo le hizo estar más decidido a perseguir a los delincuentes y, como se detalla en el documental, el viaje no sólo fue tedioso sino también peligroso.
El reportero descubriría más tarde que la persona que estaba detrás de todo esto era conocida como Baksa. Baksa atraía a las jóvenes, muchas de ellas menores de edad, para que proporcionaran sus datos bajo el pretexto de un trabajo de modelo. Lo que seguía era un chantaje, en el que se obligaba a las jóvenes a hacer y compartir contenidos pornográficos degradantes. Esto incluía que las chicas fueran violadas, se mutilaran y se hicieran daño de otras maneras.
Los orquestadores enviaban a personas a los domicilios de las niñas (que conocían, ya que las niñas habían compartido sus datos) para fotografiarlas a ellas y a sus familiares para demostrarles que estaban en peligro.
Suscríbete a nuestro boletín de noticias semanal.
Sin spam, sin mentiras, solo grande información. Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.
Como descubrieron los reporteros, en colaboración con las autoridades policiales, los delincuentes utilizaban criptomonedas para los pagos con el fin de preservar su seudónimo. Desde entonces, más de 3.700 personas han sido detenidas, y un número considerable de ellas se encuentra hoy entre rejas.